El Maestro Alfredo Guati Rojo dedicó un poema al Museo Nacional de la Acuarela, el cual era considerado como un hijo ―el único― para él y su esposa, Berta Pietrasanta.
Poema a mi Hijo el Museo
mi pensamiento está contigo,
aunque siempre ocupas,
todos mis días y todos mis instantes.
Tú has sido un sueño realizado,
porque naciste del ideal que te sustenta:
mi vocación de darme por entero
a esta tierra que alimenta,
lo mejor de lo que quiero.
Primero, fuiste una esperanza
que mantuvo por años mi templanza.
Por ti, por tu estirpe de pionero,
se nos llenaron las manos mensajeras,
cuando cambié placeres pasajeros
por papeles pintados de colores.
Mi compañera y yo
te engendramos con la pasión temprana
y te vimos nacer en el amor sereno.
Hemos visto cómo llegaste a ser,
una luz, un espacio fecundo,
un campo florecido
donde germinan otros sueños ajenos.
Mi hijo bien amado:
Ahora que ya eres campo fértil
a todas las hazañas de la creación humana,
oasis de paz para todos los seres
en la palestra urbana
y te vemos crecer día con día
con la sangre vital de nuestra entraña,
nos anima otra esperanza:
que no dejes de ser como hasta ahora,
rincón de la patria generosa,
sin mancha, sin desdoro,
una puerta al amor por el arte verdadero,
donde el agua y el color, sean lo primero.