Los pueblos mesoamericanos solían tener bibliotecas repletas de códices que hablaban de diferentes temas, cada uno podía considerarse una obra de arte por el trabajo y delicadeza con la que eran realizados, pero valían más por su contenido intelectual que por su imagen, incluso los españoles reconocieron lo necesarios que eran para la sociedad.
Pese a lo muy apreciados que eran los códex prehispánicos, hoy existen unos pocos ya que fueron destruídos, los que perduran en su mayoría fueron escritos bajo la supervisión de los conquistadores. Para entender el porqué de este trágico desenlace, hay que saber qué es un códice.
¿Qué es un códice?
Los códices, muchas veces llamados códex (en latín) o amoxtli (en nahuatl), hoy los podríamos comparar con nuestros libros, pues en la época prehispánica fueron creados por las civilizaciones originarias de Mesoamérica para registrar cada cosa que hacían, desde sus actividades del día a día —como ir a visitar a un familiar—, hasta ideas más complejas como la forma en que debían de realizar los rituales a sus dioses.
Ya que la creación de códices no era una tarea para cualquiera, existía un estrato social específico para quienes eran capaces de realizar estos libros, a estas personas se les conocía como tlacuilos. Luz María Mohar y Rita Fernández explican en su investigación El estudio de los códices que estos artistas vivían en palacios llamados amoxcalli, que en español se traduce a “casa de los libros”.
Los tlacuilos eran muy apreciados por todas las sociedades ya que desde muy pequeños eran instruidos en todo tipo de materia, desde las artes militares, eclesiásticas, astrología y astronomía, todo esto con el fin de que tuvieran los conocimientos para lograr comunicar su cultura.
La forma en que compartían sus conocimientos era a través del papel, pincel y la pintura, como generalmente los españoles llamaban a los materiales. Lo que los tlacuilos verdaderamente utilizaban para realizar los códices eran soportes hechos con piel de animales, pliegos de papel amate, pigmentos que obtenían de diferentes recursos como plantas, insectos y minerales. Estos libros hechos por las culturas prehispánicas contenían principalmente algo que se asemejaba a los caracteres, es decir, no tenían palabras, sino símbolos.
Entremezclaban caracteres y dibujos de personajes, todo debía tener un orden muy específico, de lo contrario los tlacuiloque (sabios encargados de leerlos) podrían interpretarlos erróneamente. En otras palabras, los tlacuilos debían tener sumo cuidado al realizar los códices, poner atención a los que pintaban, en qué parte de la hoja, con qué color y cómo se relacionaba cada carácter y figura con la otra para comunicar lo correcto.
Hasta hoy se desconoce desde cuándo se elaboraban los amoxtli, pero se han encontrado vestigios de ellos que datan de los años 300 al 600 d.C. en tumbas de Guatemala y Belice.
La función de los códices en la Nueva España
Desde que conocieron los códices, los españoles quedaron fascinados porque no se parecían en nada a los libros que existían en Europa, los cuales sólo tenían letras y algunos contaban con dibujos o pinturas que se relacionaban al texto, mientras que para los pueblos prehispánicos crear un códex era realizar una obra de arte por cada hoja.
Ya que los códices fueron la primera fuente de información de las civilizaciones prehispánicas, los conquistadores decidieron destruir todos los que encontraron. El motivo por el que actualmente existen códices mexicas, mayas o de cualquier otra sociedad es debido a que durante la instauración de la Nueva España (a partir de 1521) los sacerdotes que estaban a cargo de la evangelización quisieron que los originarios del territorio mexicano reescribieron su historia, sintetizando lo más importante de cómo era su vida antes de la llegada de los españoles.
La función que tuvieron los códices a partir de ese momento no cambio por completo, Saúl Arméndiz en su investigación Los códices y la biblioteca prehispánica y su influencia en las bibliotecas conventuales en México explica que estos “libros” seguían siendo fuentes documentales, pero ya no eran hechos para que sólo entre los tlacuilos y los tlacuiloque los entendieran, sino para que difundieran lo que alguna vez fue su cultura, dándoles una justificación para seguir con la evangelización y permitiéndoles a ellos como evangelizadores hacer el proceso menos “doloroso” conociendo su cultura.
En este punto de la historia, los tlacuilos dejaron de llamarse así porque los españoles los denominaron “informantes”.
Está claro que los códices son piezas de arte por el empeño creativo, técnico y el nivel social que implicaba realizarlos, además de que gran parte de su importancia radica en que son una de las únicas fuentes de información que actualmente tenemos para estudiar la época prehispánica; sin embargo, han sido tema de discusión ya que, a la hora de su realización, la información pudo haber sido modificada por los españoles que supervisaban la producción.
Para conocer a profundidad cómo eran los códices prehispánicos y comprender por qué los conquistadores los veían como una obra de arte y una amenaza para la evangelización, te invitamos a visitar la Sala Prehispánica del MUNACUA, donde podrás apreciar cómo era el trabajo de los tlacuilos, la forma en que empleaban los pigmentos como acuarelas. Esta muestra te permitirá acercarte de forma única a los códex, pues la mayoría de estos documentos realizados siglos atrás se encuentran en museos fuera de México o custodiados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).